Fiebre: 38º centígrados o más en el termómetro indican la presencia de temperatura elevada por encima del nivel normal. La causa principal suele ser una infección. A veces el desencadenante no está claro. Este síntoma de una repentina subida de temperatura requiere una visión general de las posibles causas, un diagnóstico acertado y un adecuado tratamiento.

Inicialmente, una subida de nuestra temperatura la solemos solucionar mediante una actuación muy cotidiana, aunque a veces bastante esperanzadora. Se trata de darnos una ducha con agua caliente hasta que nuestras heladas extremidades vuelvan a sentir su calor habitual. En contadas ocasiones puede funcionar, pero si el resultado se convierte en más escalofríos y una temperatura en progresivo aumento, llegamos a la conclusión de que ya con 39º centígrados superamos el umbral de la fiebre. Es hora de acurrucarnos en la cama y pedir asesoramiento médico, si la fiebre no baja después de las primeras 24 horas.

La temperatura normal del cuerpo (unos 37º centígrados) es el resultado de un complicado conjunto de reglas: El cuerpo mantiene un equilibrio entre la producción de calor y su liberación. Si se altera por algún motivo dicho equilibrio, se puede producir la llamada hipotermia (si está por debajo de los 35º centígrados) o en el caso contrario un sobrecalentamiento. El centro termorregulador se encuentra en el cerebro y controla la temperatura corporal durante las 24 horas del día. Su funcionamiento es totalmente parecido al de un termostato. En cuanto haya cualquier desequilibrio, el cuerpo se intentará adaptar y regularizar la temperatura que tenga en ese momento.

Así que podemos resumir que se trata de una muy efectiva defensa del organismo, pero hay que intentar que no suba en exceso (más de 39,5º centígrados). Para bajar la temperatura de forma natural y casera, podemos recurrir a las compresas de requesón: mezclando 5 cucharas de requesón con unas gota de vinagre. Se añade leche hasta obtener una pasta bastante líquida que se debe extender sobre 2 paños de lino. Estas compresas se aplican alrededor de las pantorrillas, cubriéndolas con una bufanda de lana. Cuando se calientan se deben cambiar por otras nuevas. Otra solución podría ser la de ponerse sobre el pecho una compresa de arcilla verde, que tampoco debe dejarse calentar sobre la piel.

Está claro que los procedimientos y remedios caseros ante procesos febriles sólo deben realizarse si los síntomas son leves, y como ya dijimos al principio, el asesoramiento del médico/farmacéutico es muy importante para descartar motivos más serios, que puedan haber ocasionado la fiebre.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Uso de cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Puede cambiar la configuración u obtener más información aquí.

ACEPTAR
Aviso de cookies